Desde el aislamiento. 

José Luis Gutiérrez Brezmes 

Al hacer este dibujo a finales del año pasado, no imaginaba que en muchas formas era premonitorio de un 2020 que pondría a prueba nuestra paciencia y fortaleza. 

Siempre he sido aficionado a garabatear y dibujar sin ninguna pretensión artística, tan solo como oportunidad lúdica para la reflexión y desahogo. Durante estos días he deshojado viejas libretas y cuadernos, aprovechado cada pedazo de papel y echado mano de cada lápiz, plumón y pintura a mi alcance para mantenerme ecuánime y conjurar mis propios demonios. 

Aquí algunos de mis “monos” sin orden cronológico y agrupados como reflejo de la montaña rusa de mi ánimo. Añado algunos breves y seguramente divagantes textos insistiendo para mi descargo, en que han sido únicamente el recurso para sobrellevar el aislamiento. 

Algunos los he compartido en Facebook y Wathsapp, otros son la primera vez que los saco a la luz. 

En estos días de confinamiento el “yo soy yo y mi circunstancia” de Ortega y Gasset se hace presente con renovada vigencia. Cambiarán las circunstancias, pero todas y todos estamos a prueba. Desde quienes se acompañan por la brutal soledad hasta quienes padecen hacinamiento. Desde la experiencia en interiores que no alcanzaron para un balcón, hasta en el jardín que ofrece el espejismo de un respiro. Hombres y mujeres, infantes y ancianos, ricos y pobres, todos en una circunstancia que anuncia un mundo diferente. Inevitablemente enfrentados con nuestro “yo”, con nuestros proyectos de vida lacerados y cuestionados incómodamente en nuestras certezas. 

Nos amenaza la tentación de buscar culpables, de asignarles etnia, clase, género o edad, pero lo cierto es que todos/as somos corresponsables, todos/as igualmente víctimas y victimarios. 

Nos amenaza la tentación de asumir posturas sectarias o individualistas en una lógica de darwinismo social, pero en el fondo sabemos que solo unidos reuniremos la fuerza para salir adelante. Nos necesitamos. 

El mundo está herido, pero no desahuciado. Los órdenes social, político y económico sumergidos en la entropía, pero hasta la entropía permite construir. 

“Yo soy yo y mi circunstancia”, lejos de determinismo paralizante, es invitación y oportunidad al autoconocimiento abriendo la puerta a descubrir nuevas fortalezas, determinación y sentido de pertenencia. Oportunidad de confrontar nuestros demonios. 

Sin afán retórico y sin reducciones propias de la “disonancia cognitiva”, nos ha tocado vivir esta crisis y tenemos la opción de asumirla instalados en la pasiva actitud de víctimas o como protagonistas de un nuevo mundo convencidos de que podrá ser mejor. 

1 Sobre el espacio físico.

Como arquitecto, en el pasado me tocaron contingencias sísmicas que hirieron la esencia misma de mi profesión cambiando la sensibilidad gremial y forma en que hacíamos las cosas. Hoy las edificaciones cada vez están mejor diseñadas para soportar los embates de la naturaleza y la ciudad es más resiliente. Este aislamiento es un nuevo reto que mueve a la reflexión y del que obtendremos nuevos aprendizajes. 

Retos diferentes, cuando los sismos en el 85 como rescatista y en el 17 como evaluador de daños, la adrenalina y el cansancio físico me mantenían vivo con sentimiento de deber cumplido. En el aislamiento sanitario por más que trabajo y colaboro, la sensación es de impotencia. Por momentos las paredes se “vienen encima” no por los movimientos de la tierra sino por su inamovilidad. 

Diógenes con su barril y austeridad pareciera apuntar un “se los dije”. 

2 La distancia física.

La tecnología de comunicación resulta ser solo un triste sustituto de la presencia física. El beso y el abrazo virtual son solo sombras del cálido contacto. La mirada cara a cara y voz pierden textura, temperatura y aroma cuando son mediadas por pixeles. 

Lacera la distancia física con mis hijos, madre, familia y amistades. 

Nada como una buena charla de sobremesa.

3 Incertidumbre.

¿Qué tan grave es?,¿Cómo salir?, ¿Salir o no salir? Las preguntas inevitables frente a lo inédito hasta que se dimensiona la situación e inicia la posibilidad de reconstruir la vida. 

El nuevo significado del “caballo de Troya” en cada objeto que entra en nuestros hogares.

4 On line.

En un instante la vida social y el trabajo se trasladan al universo de la realidad virtual. Vida de avatares que mediamos desde una silla y frente a una pantalla. La virtual realidad que hace mucho enunciaba Castells. 

Y en la parafernalia tecnológica necesaria para trabajar en forma remota, surge una invitada protagónica; la silla. 

Lo que no extraño es la corbata. 

Lo que sí extraño es jugar dominó. 

5 Las nuevas tareas.

Nuevas rutinas de limpieza doméstica que hacer revalorar el silencioso trabajo de quienes nos asistían en ellas. 

6 Ejercitarse.

Un nuevo reto, para quienes lo acostumbran, el poder mantener su ritmo en interiores, para los que no, moverse se convierte en una necesidad frente a la tiranía de la báscula y el anquilosamiento. 

7. Los sentimientos

Alternancia de sentimientos encontrados que acaban componiendo la sinfonía del aislamiento. 

Desde el enojo a la aceptación recorriendo tristezas, miedos, duelos y euforias positivas que nos hacen cuestionar la propia salud mental y templanza. 

Tardé tres semanas en aislamiento antes de atreverme a dar forma y caricaturizar al virus. Ignoro cómo funcionan esos mecanismos en la mente, pero resultó un refrescante alivio. ¿Aceptación? 

Por más que tengamos asumidas nuestra vulnerabilidad y finitud, su descarnada presencia nos entrega al miedo. Y está bien si invita a la prudencia. Está bien si no se transforma en instalación de víctima. Está bien si no paraliza. 

De pronto hay momentos más oscuros y también es importante abrazarlos hasta que el sueño los disuelve.

8 La paciencia.

Lobo enjaulado, vigilante y esperando la primera oportunidad para salir corriendo a hasta donde las fuerzas y el apetito le lleven. 

Toro Veterano y veterano perfil reconocible como serena ilusión de que no todo cambia. 

El tiempo juega con la percepción y pone a prueba a la paciencia. Nunca más cierta, nunca más patente la teoría de la relatividad de Albert Einstein. El tiempo percibido no obedece a las reglas del reloj ni respeta las hojas del calendario. 

Ya casi está entrenada.

9 La responsabilidad.

Concepto engañosamente familiar. Obligarse a, comprometerse con, y también vocación a responder ante un hecho, a tomar decisiones, a realizar algo. 

Voluntad que dignifica y por momentos puede sentirse como una pesada carga en tiempos difíciles. Arengar, infundir ánimo ocultando el propio desaliento, cumplir con las tareas a pesar del cansancio. Todo para poder mirarse en el espejo sin reclamos y dormir con satisfacción. 

10 Dibujar.

¿Dibujar o acudir al psicólogo? 

Entre terapia y grito de auxilio. Diario de un náufrago, momento de reflexión y egoísta placer. 

Pluma, lápices, pinceles y colores cómplices y consejo editorial, incluyendo a la goma de borrar, censor desobligado. 

Los modelos de inspiración pierden algo de su habitual glamour.

11 El futuro.

Recordando que todo esto es una catarsis, no encuentro contradicción en afirmar que a pesar de todo soy optimista. 

Podrá ser un proceso difícil en donde tal vez se manifestarán la mezquindad individualista y hasta violencia, pero a fin de cuentas prevalecerá lo mejor del ser humano como ha prevalecido siempre. 

No solo está en manos de los científicos, está en manos de todos y todas. 

Y esto aún no termina. 

Entremos de lleno a la nueva realidad. 

Josefo. 

Información

Sobre José Luis Gutiérrez Brezmes

Arquitecto y maestro en comunicación. Director del Departamento de Arquitectura, Urbanismo e Ingeniería civil de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Asociado Honorario y asesor de Libre Acceso A.C. asociación para la promoción de la inclusión social de las personas con discapacidad. Miembro fundador y ex presidente de Sustentabilidad para México A.C. consejo para México del World Green Building Council.